Memorias de Palmira


Memorias de Palmira, publicado el 29-08-2015 en XYZ

‘Una sola vez he ofrecido a los cielos el sacrificio ritual de una noche entera… He tratado de unirme a lo divino de muchas maneras y he conocido más de un éxtasis…El de la noche siria fue extrañamente lúcido, esa noche representa mi ración de consciente inmortalidad’ Así describe Marguerite Yourcenar en sus Memorias de Adriano la noche que pasó mirando a las estrellas en Palmira, el emperador nacido en nuestras tierras y que definió como el más bello de sus viajes. Fue precisamente Adriano quien otorgó los derechos de ciudad libre a Palmyra Hadriana.
Mientras asistimos mudos e inmóviles a la destrucción de Palmira, nos duele la pasividad internacional casi tanto como su pérdida. La brutalidad cometida hacia Khaled al Asaad, arqueólogo sirio y cuidador de estas bellas ruinas, es un espejo de nuestra sociedad: La terrible imagen de su cuerpo decapitado, colgado de una de las columnas que él tanto cuidó, con la cabeza colocada entre sus pies, es una alegoría de Occidente que hace tiempo parece que perdió la suya.
Civilización contra barbarie, venimos oyendo estos días. No tengo dudas de la barbarie de los asesinos del Estado Islámico, pero sí de que se nos pueda seguir llamando civilización, dado el nivel de dejadez sobre este tema que cada minuto que pasa se hace más preocupante. La destrucción de Palmira empezó mucho antes de que estallaran los explosivos. Éstos del ISIS son bárbaros pero no ignorantes, nos calaron hace tiempo, destruyendo Palmira no nos iban a indignar, para ello hubiese bastado con volar el Bernabéu o el Nou Camp. Pero no, saben donde tienen que actuar, destruir nuestro patrimonio cultural no causa ninguna indignación, entre otras cosas porque nosotros también lo destruimos, sin bombas, eso sí, porque somos algo más finos. Tampoco parece sublevarnos la gran cantidad de niñas y mujeres reducidas a esclavas sexuales, los cristianos y periodistas decapitados o su ya larga lista de atrocidades. Nuestros niveles de indignación suben por temas muchos más importantes, como por ejemplo este verano en nuestro país con los toros o con las declaraciones de una concejala sobre chicas que van con las bragas en la mano. Nada comparable a la minucia de cabezas cortadas o niñas violadas por el ISIS.
Actuamos como si no pasara nada pero va a pasar lo más grande, no lo olviden. Tenemos todas las papeletas de un sorteo, cuyo macabro premio será muerte y dolor, aún no sabemos dónde ni cuándo, pero parece ya inevitable que pronto tengamos que expresar nuestras condolencias a los tristemente premiados. Los dirigentes mundiales con su inacción van repartiendo esos boletos de manera aleatoria.
Hace unos días hubo ‘suerte’ y se evitó una masacre en el tren Ámsterdam-París. En una frase atribuida a Voltaire en los manuales de coaching, tan de moda en estos tiempos, se define la suerte: es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan. La actuación de los soldados norteamericanos no fue suerte, no fue casual su actuación, encontraron la oportunidad de ejercer para lo que están preparados, para combatir al enemigo, en este caso un yihaidista con las peores intenciones. Pero es mejor hablar del destino, de puro azar, de ‘pasaba por allí…’ no es políticamente correcto elogiar la labor de unos soldados y menos si son de EEUU. Son los gajes del oficio de pertenecer a un país civilizado que aún no parece saber quienes son los nuestros y que si se habla de ‘los otros’ hay que hacerlo con mucho cuidado no vayamos a parecer ‘islamófobos’ por Dios, o mejor dicho, por Alá.
`Construir es colaborar con la tierra, imprimir una marca humana en un paisaje que se modificará así para siempre; es también contribuir a ese lento cambio que constituye la vida de las ciudades… Cada piedra es la extraña concreción de una voluntad, de una memoria, algunas veces de un desafío. Cada edificio es el mapa de un sueño’ nos dice Adriano en palabras escritas por Yourcenar. Construir… todo lo contrario de lo que hemos visto estos días en la vieja Palmyra Hadriana donde, además, se han derribado el mapa de muchos sueños.

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