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Mostrando entradas de junio, 2012

HOMBRE DE PIEDRA

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HOMBRE DE PIEDRA Temía tanto al amor que se empeñaba en esquivarlo por las esquinas. Solo se permitía historias efímeras que no dejaran más huella que unos recuerdos febriles y la ilusión de un poco de ternura recibida. En su interior guardaba un corazón tan deseoso de darse que alguna vez le jugó malas pasadas aunque ella seguía con su empeño de no caer en la tentación. Quizá por eso los hombres con los que sesteaba, atraídos por el misterio de su sensualidad, estaban ya comprometidos y amoldados a unas responsabilidades a las que nunca renunciarían por ella. Hombres de piedra, cuyo corazón solo latía en los primeros encuentros, hombres de piedra que necesitaban, de vez en cuando, una mujer así para aguantar su acomodada vida llena de justificaciones, hombres de piedra con cuyo roce, a veces, ella se lastimaba.

DESAHUCIADOS

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Es la foto de dos desahuciados, de dos perdedores, la foto de la vergüenza. Ambos tuvieron un pasado que fue mucho mejor que el presente que ahora contemplamos. La gente, nosotros, pasamos por su lado y nos apetecería mirar para otro sitio: la decadencia, la falta de recursos y la dejadez no son plato de gusto. Pero no solo con dinero se solucionarían ambos infortunios. Hace falta tomar conciencia de qué nos ha pasado para ver de manera impasible el deterioro y decadencia de un hombre que vaga por nuestras calles como si fuera un despojo humano, sin inmutarnos, sin que la sociedad pueda ayudar a evitar la caída en picado de esta persona; hace falta tomar conciencia de cómo hemos llegado al punto de inoperancia, de desinterés por conservar nuestro patrimonio artístico y cultural para abandonar a su suerte a esta hermosa iglesia del XIV que cualquier día puede derrumbarse ante nuestros ojos esquivos. Con Santa Catalina se cumplen hoy ocho años de cierre, ocho años de desidia y, por

El patio

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El olor a pájaros muertos del patio era ya insoportable. Había entrado por la puerta entre abierta, e inundó toda la sala. Creía que el sol secaría los diminutos cuerpecitos y podría barrerlos como cualquier resto de vegetación que a menudo debía de retirar. El patio, a pesar de lo pequeño y de las pocas macetas que tenía, tenía una extraña tendencia a acumular polvo, malas hierbas, objetos caídos de ventanas vecinas, restos de la pared que parecía desmigarse y, como ahora, cadáveres de aves urbanas que, por motivos diferentes habían terminado sus días allí. Poco tiempo duró su pared encalada, donde sus geranios resplandecían dando alegría a un patio que poco a poco descubrió que parecía negado al lustre. El esmero del principio en mantenerlo limpio y hermoso se transformó en desidia. Suspiró, ahora va a ser, se dijo. Cogió una bolsa de plástico vacía que haría de sudario y fue por una vieja escoba dispuesta a recoger lo que pudiera. Cerró la bolsa con cierto asco y barrió con esme

Carril-cielo

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Esta foto, hecha en una fresca mañana de mayo, tiene mucho que ver conmigo. En nuestra ruta aparecen baches que nos impiden avanzar, pero yo no dejo de ver y apreciar el cielo.